Por Alejandro Alminco Ayala |
@Nobelalmerth
Cuando
Cindy decidió prestarme el libro Cien
años de Soledad, obra cumbre del extinto escritor Gabriel García Márquez,
luego de idas y venidas a causa de mis propias desavenencias, fui de frente a
comprar el periódico del día y luego inmediatamente corrí hasta mi cuarto
inquieto por sumergirme en las páginas de este libro que fue impreso el 06 de
marzo de 2007, día en que Gabriel García Márquez cumplía 80 y años, por tal
motivo se hizo la edición conmemorativa la cual ahora tengo en mis manos.
Nunca
hasta ahora tuve la oportunidad de adquirir la obra completa en su versión original
– claro, debo reconocer que solo lo
obtuve prestado esta vez –, y tampoco tuve la ocasión de leer todo el libro a
pesar de que ya lo había hecho con los otros libros de Gabo. Tan solo tenía
conocimiento del contenido por algunos resúmenes o párrafos que había tenido la
oportunidad de revisar, pero mi inquietud de leer toda la obra era como llevar una
piedra en el zapato que no me dejaba tranquilo.
Escribo
este texto antes de leer las primeras páginas de este libro, y cuando la
comparta con ustedes tal vez ya haya iniciado a ingresar a las historias de los
Buendía. Además, presiento que será una magnífica experiencia que aportará al
vago conocimiento que tengo por ahora de la literatura, la cual me esfuerzo día
a día por mejorar, mientas paralelamente no dejo de ejercer el periodismo en
las calles, o a través de las redes sociales que nos brinda ahora la
tecnología.
Supe
de Cien años de Soledad, cuando aún
estuve en el colegio; obra publicada por vez primera en junio de 1967. Recuerdo
que una tarde mientras aún cursaba el quinto año de secundaria, el profesor de
literatura nos había dado la opción de elegir alguna obra universal de la cual
haríamos un resumen general de todo el libro y nos brindó los nombres de los
escritores universales más afamados de Latinoamérica y del mundo. Ahí fue que
escuché el nombre de Gabriel García Márquez, a la cual en ese entonces no le
tomé mucha importancia y decidí trabajar con la obra filosófica El ser y la nada del francés Jean Paúl
Sartre, por cierto, tampoco era una mala idea.
Las
606 páginas con la cual cuenta esta edición de Cien años de Soledad, sumado al comentario que publicó la editorial
sobre esta obra de los diversos intelectuales, incluido de nuestro nobel Mario
Vargas Llosa, para entender mejor el nacimiento de la historia, me servirán
para paliar la horrenda costumbre que tengo para combatir el insomnio con horas
y horas de lectura y que solo el canto de los gallos de madrugada me obligan a
entrar a la cama por obligación más no por la enorme satisfacción que te brinda
el dormir.
Lo
dejamos aquí, porque las ganas de empezar a leer este gran libro me obliga a
dejar este artículo, apagar la laptop y empezar con la grata experiencia. Nos
vemos dentro de siete días. Buen inicio de año, aún tengo la facultad porque
este mes aún no termina.
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